Consejo: No te hagas el sueco
Un error habitual en algunos inexpertos es el de apostar muy poco o nada cuando ligan algo interesante. Algunas veces albergan la esperanza de que algún rival intente un farol, de modo que puedan exprimirles como a una naranja, mientras que otras veces lo hacen por simple apatía o desconocimiento del juego.
Pues bien, jugar pasivo teniendo buena mano (slowplaying en inglés) es una estrategia normalmente desafortunada. Por de pronto, nuestra mano casi siempre se presenta vulnerable, lo que quiere decir que, si bien puede ser favorita en un momento determinado, corre el peligro de que una carta posterior propicie que algún rival nos supere.
Imaginémonos el siguiente caso:
Tenemos y aparece en el flop. ¿Apostamos fuerte o jugamos lento? Pues apretamos, ya que cualquier carta podría dar el trío a alguien, un 10 podría dar escalera y quién sabe si no aparece un peligroso proyecto de color.
Entonces ¿cuándo jugamos pasivamente? Sólo cuando se junten los siguientes factores (repito, los tres a la vez):
- Nuestra mano es inmejorable o casi. Tienes y aparece sobre la mesa.
- Nuestros rivales demuestran una debilidad extrema.
- Sobre la mesa hay proyectos demasiado evidentes. Por ejemplo: Cuatro cartas del mismo color y nosotros tenemos el As de ese palo, dos cartas altas del mismo rango, proyecto de escalera que se completa con una sola carta, etc.
Por último, otro motivo por el que rechazamos el juego lento es el escaso bote que genera: podemos ralentizar nuestro juego y obtener cantidades miserables en cada ocasión o podemos apostar bien y que baste con que nos vean una de cada cuatro veces para compensar.
Concluyendo, hacerte el sueco a la larga sale poco rentable pero si vas de cara en el poker ganarás más y te ahorrarás disgustos.
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