Casinos con historia. Oceanía
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¡Estafa, bancarrota, gafe, suerte! Última parada del viaje. Como en toda aventura, la última escala se vive siempre con nostalgia. Pero a lo largo de estas semanas hemos demostrado ser gente recia y dura, así que no lloréis!!! Arnold no llora!!! A modo de cierre, vamos a ver cómo es el casino austral, si es un casino que está construido del revés o si el agua circula en sentido inverso cuando tiras de la cadena. El casino de Oceanía sigue el patrón yanqui que ya conocemos, pero mezclado con el gusto por el té de los ingleses y la afición por el colorido y la calma de los aborígenes. Pero no nos engañemos, en la era del GPS y el Google Earth, Oceanía ha dejado de ser el culo del mundo. Sus casinos son modernos y atraen a jugadores de todo el planeta. En la era post Olimpiadas de Sidney, Australia está más en el mapa que nunca y tras El Señor de los Anillos, todo el mundo ha descubierto por fin Nueva Zelanda. Aunque los comedores de Kiwi – pioneros ellos – ya lo sabían desde hace años. En Oceanía, el casino sigue una máxima: O es gigante o no existe. ¿Para qué construirlo si no? Aquí viene el quinto y último capítulo de la sección Cinco entregas: Cinco continentes. Próxima parada: Oceanía!
La Corona de Australia…
No es ni una marca de cerveza, ni la moneda nacional. La corona de Australia es El Crown Casino de Melbourne: el mayor Casino del hemisferio sur, que cuenta con licencia para 350 mesas de juego y 25000 máquinas de poker. Además, este mastodóntico templo del juego es la sede del Aussie Millions, la cita pokerística más importante por debajo del ecuador y uno de los torneos clave del circuito mundial de poker. Pero entre las largas alfombras y las majestuosas lámparas del Crown se esconden anécdotas algo más oscuras. Hace unos cuatro años, el casino fue denunciado por un jugador diagnosticado de ludopatía: Harry Kakavas. Se trata de un promotor inmobiliario que está muy pero que muy forrado y que, a causa de su enfermedad, tiene prohibido el acceso al Star City de Sidney, casino rival del Crown, Pero, mira por donde, el Crown fletó hasta en 14 ocasiones el jet privado del jugador, a fin de que pudiese trasladarse a Melbourne y, digámoslo educadamente, “dejarse los cuartos” en sus mesas: muy altruista, vaya! Demagogias aparte, entre 2005 y 2006 Kakavas jugó unos 1.500 millones de dólares australianos en el casino de Melbourne, llegando a perder un total de 30 millones de dólares. De ahí su rebote. Así que decidió llevar a juicio a los dirigentes del Crown, exigiéndoles 20,5 millones en concepto de indemnización por haberle permitido jugar conociendo su ludopatía. No obstante, los tribunales siempre protegen al más débil (!!!) y dieron la razón al casino, que nunca intentó aprovecharse de su adicción. Y es que los hombres detrás del Crown Casino son gente respetable. La familia Packer es una de las más ricachonas y cañeras de Oceanía. Para muestra un botón: El primogénito de los Packer, de nombre James, salía en un par de escenas como extra de la película El último samurái, repartiendo leña. Y es que James Packer es íntimo amigo de Tom Cruise, cienciólogo – come placentas y actor, quien, seguro que desinteresadamente, le dio un papelito en la producción. Desde entonces James Packer sabe muy bien lo que es que te metan un sablazo. Vaya tela en la tierra de los canguros!
¡El increíble casino invisible de Fiji!
Esto es un viaje y después de tanta ciudad y tanto traje de etiqueta nos apetece tumbarnos en una hamaca y beber un margarita. Así que dejamos Melbourne y nos vamos a Fiji, uno de los archipiélagos más paradisíacos del mundo. Seamos sinceros, para no disgustar al personal: En Fiji no hay casinos, la ley lo prohíbe. En los últimos años, varios políticos han intentado reformar la normativa de juego, que sí permite el ejercicio de la lotería nacional, para que los casinos sean una actividad que de un poco de oxígeno económico al país, pero, por el momento, todo ha quedado en agua de borrajas. Los lugareños (fijitanos, fijisenses…) no quieren que se carguen su tierra edificando a diestro y siniestro en plan Dubai .Y es que en Fiji uno aprende la lección más importante de este viaje: Para disfrutar del casino hay que pasar cierto tiempo relajado fuera de él: pasar 24 horas rodeado de crupieres no puede ser bueno! Así es cómo, al entrar, uno experimenta la magia de los templos del juego, sea en el lugar del mundo que sea. Ya sé que me ha quedado un poco “anuncio de compresas”, pero ya he avisado de la nostalgia de este artículo.